Objetivo:
Investigar, desarrollar, difundir y concienciar sobre los recursos genéticos forestales de Quito y producir plantas para su aplicación en programas de parques y jardines, arborización y reforestación.
La mala elección del sitio donde se establece el vivero repercute directamente
en una baja calidad de la producción de plántulas, lo cual a la larga se reflejará
en una alta mortalidad en la plantación. Por ello es fundamental la selección
del sitio donde se establecerá el vivero. Las condiciones del sitio son más
determinantes cuando la producción se obtiene a raíz desnuda (por camas de crecimiento).
Cuando la producción se hace por medio de envases de crecimiento es importante
considerar los factores que a continuación se mencionan.
Al establecerse un vivero deben considerarse cuatro puntos
principales: que sea difícil acceso, el suministro de agua, su
orientación en el terreno y la topografía de éste. De los dos últimos
aspectos depende, en gran parte, el buen drenaje del vivero y que se
minimice la erosión. El drenaje también depende de la textura del suelo
del lugar, por lo que debe cuidarse su relación con la pendiente del
sitio. En suelos de textura fina la pendiente deberá ser suave (de 2 a
3%) y en el caso de suelos arenosos y profundos se recomienda nivelar el
terreno.
La textura del suelo es muy importante en el cultivo de plantas a
raíz desnuda, ya que además de regular el drenaje y la erosión deberá
facilitar la extracción de las plántulas y promover el crecimiento
vegetativo. Un suelo bien drenado asegura su aereación, por lo que es
conveniente verificar que no existan capas endurecidas en los primeros
75 cm de profundidad y que el suelo sea profundo, por lo menos 120
centímetros.
Independientemente del método de propagación que se emplee dentro
del vivero (raíz desnuda, almácigos o envases individuales) es
importante verificar que tan ácido o básico es el suelo (pH), su textura
y fertilidad para los requerimientos de la especie que se va a
propagar. El pH se encuentra muy relacionado con el contenido de materia
orgánica y disponibilidad de nutrientes necesarios para el buen
desarrollo de las plantas; por esto, el rango de pH más recomendable es
de neutro (pH=7) a ligeramente ácido (pH=6.5) o ligeramente alcalino
(pH=7.5).
Los viveros necesitan un suministro de agua abundante y
constante, ya que las plantas que se producen se encuentran en pleno
desarrollo y un inadecuado abastecimiento podría provocar incluso la
muerte por marchitamiento.
La calidad del agua de riego es importante. Cuando contiene como
elementos principales calcio y magnesio (agua dura) ayuda a crear en el
suelo una buena estructura. En cambio, el agua que tiene gran cantidad
de sodio y bajos contenidos de calcio y magnesio provoca que la arcilla y
la materia orgánica del suelo absorban rápidamente el sodio. Esto
promueve una estructura edáfica indeseable, ya que el suelo disperso se
asienta abajo de la superficie y forma una capa (de 10 a 20 cm de
grosor) que impide el paso de las raíces o del agua. También un alto
contenido de sodio en el agua de riego causa quemaduras en las hojas de
algunas especies al ser absorbido por las plantas. La cantidad de
sólidos en suspensión en el agua también modifica las características
del suelo, ya que si tiene contenidos elevados de limo o coloides puede
causar la compactación superficial del suelo reduciendo su permeabilidad
al agua y la aereación. También hay otros elementos que pueden estar
presentes en cantidades tóxicas y afectar al cultivo, como el boro o
algunos contaminantes.
Es muy importante conocer qué tipo de plantas se encuentran
adaptadas a las condiciones climatológicas que prevalecen en la zona
donde el vivero se va a establecer. Asimismo, es necesario contar con
los registros climáticos que indiquen las épocas de riesgo, como las
heladas, las sequías y la cantidad y distribución del periodo de
lluvias. Éstos pueden ser complementados o sustituidos con la
información climática que los habitantes de la zona manejan
tradicionalmente. Con base en estos datos se logra una planeación del
momento adecuado para llevar a cabo las labores del vivero (siembras,
trasplantes, podas, fumigaciones, etcétera).
Una vez que se elige el terreno donde se construirá el vivero se inicia una
serie de actividades relacionadas con la instalación y construcción de la infraestructura
necesaria para su funcionamiento. Estas actividades, resumidas en el cuadro
23, varían en función del tipo de plantas que se desea propagar y de los recursos
económicos disponibles. Básicamente el vivero debe contar con las siguientes
instalaciones: semilleros, área de envasado, platabandas (estructuras que sombrean
a las plantas), lotes de crecimiento, bodega y equipo e infraestructura de riego.
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